La Sanación Crística de María
Magdalena un es
camino, un proceso de transformación y crecimiento interior femenino que supone
su liberación atendiendo a la Energía
Cósmica Intemporal del Principio Femenino, encarnado en nuestro Plano
Físico de cuatro dimensiones a través de las representaciones de la diosa y,
más especialmente, en la figura de la Esposa Sagrada de Jesús de Nazaret, el Maestro de Galilea, María de
Betania o de Magdala.
Toda mujer lleva en su esencia interna el Principio femenino de la
diosa, la energía complementaria Yin que debe fluir en libertad con la energía
masculina Yang para que el equilibrio cósmico se mantenga. Pero milenios de
Patriarcado han conseguido ocultar, que no eliminar, el poder energético de la
mujer, evitando, eso sí, que esa energía femenina, espiritual y sagrada, pueda
fluir libre en nuestro mundo. Con ello, el Planeta ha perdido una gran parte
del equilibrio energético, ha enfermado espiritualmente y ha impedido que la
Mujer se desarrolle en absoluta libertad en sus cuatro estados: hija, hermana,
esposa y madre.
El Maestro de Galilea, Jesús,
nos mostró que, para unirse carnal, emocional y espiritualmente con María, la
que sería su esposa sagrada, debía primero liberarla de una carga de Oscuridad.
No significa que el hombre deba sanar a la mujer, todo lo contrario, la Mujer
siempre ha sido y es maestra y sanadora, energía espiritual hermosa; pero Jesús
fue un Ser especial, para muchos Dios, para otros un auténtico Iluminado; en
todo caso, un ser pleno de Luz, pleno de Amor, pleno de Energía Cósmica, sólo
que, en este plano, al encarnarse hombre, tenía que fundirse con la energía
femenina/Yin de su esposa. Y para ello, para que la Luz se fundiera con la Luz,
tenía María que pasar el Camino de la Iluminación/Sanación; que nos ha llegado
históricamente como el episodio evangélico de la expulsión de los siete demonios.
No fue un exorcismo de
posesión, como se podría entender a priori, sino que Jesús hizo salir la
Oscuridad en un proceso de sanación a través de los Siete Escalones
Emocionales, haciendo fluir al exterior la energía oscura que ocultaba la
auténtica esencia femenina y humana de María. Una vez la Oscuridad hubo dejado
la esencia de María, Jesús hizo entrar la Luz en su esposa y de esta manera,
María quedó absolutamente sanada, para siempre, porque donde hay Luz no puede
haber Oscuridad.
El Maestro Jesús nos lego este
acto de Amor sagrado esponsal para que todas las mujeres pudieran liberarse,
sanarse, transformarse de la oscuridad a la luz, y con ello, liberar a sus
esposos y también al Mundo.
La Sanación Crística de María Magdalena fue
vivenciada en el cristianismo primitivo hasta el siglo IV, en el que la Iglesia
de Cristo se transformó en la continuación del Imperio Romano, en la Iglesia
oficial de Roma. Aunque, hay que reconocerlo, esta Sanación sólo estuvo
generalizada en los primeros años del cristianismo primitivo, oculto en muchas
de las sectas existentes, porque ya desde los primeros años después del Ascenso
del Maestro, los hombres ocultaron esta práctica espiritual, ya que suponía la
primacía de la Mujer al ser la portadora del Secreto Mesiánico, y la portadora
de la Enseñanza Espiritual Crística.
Durante dos mil años, esta
enseñanza sanadora, este camino de espiritualidad ha continuado vivo, oculto de
los ojos de la Iglesia, de la Sociedad, de las mujeres y los hombres. Se ha
ocultado en mitos, leyendas, imágenes, cultos… Todos ellos referidos a la
diosa, a las diosas/vírgenes negras, al Principio Femenino, bien camuflado para
no ser descubierto y perseguido, de nuevo.
La Sanación Crística de María
Magdalena es su legado, como esposa, madre, hermana. Un legado para que la
mujer de hoy pueda vivenciar la transformación holística que supone rencontrarse
con su esencia, la liberación que se produce al unirse con la diosa, al hacer
explotar la energía mágica y hermosa del Amor.